jueves, 9 de diciembre de 2010

JUICIO BASE NAVAL I - Decimooctava audiencia 15/11/10

“La noticia más triste fue saber que estaba muerto”
Este lunes declararon dos nuevos testigos en el juicio en el que se investigan los crímenes cometidos por los represores de la Base Naval de Mar del Plata. Daniel Darío Ianni contó los hechos que tuvieron a su padre como víctima cuando fue secuestrado del campo que arrendaba, propiedad de la familia Bourg. Y Héctor Orlando Daquino narró sus 50 días de cautiverio junto con su amigo que continúa desaparecido.
“Yo ya sabía que no volvía más”, afirmó con tristeza Daniel Darío Ianni, quien tenía sólo ocho años al momento en que secuestraron a su padre Vicente Saturnino en septiembre de 1977.  Relató que era media mañana y estaban esperando a unos amigos de la familia, entre ellos los Bourg, dueños del campo, cuando empezaron a llegar autos y camionetas con una gran cantidad de gente de civil con armas de grueso calibre y chalecos antibalas que se presentaron como Policía Federal.
“Querían los papeles del auto (que en ese momento estaba en el taller) y la casa”, recordó el testigo que, a su vez, aseguró que se llevaron el tractor del campo.  
Ianni  valoró a su padre en el relato: “era una persona muy solidaria, donaba la leche al colegio, fue una excelente persona, lamento no tenerlo, sufro horrores”, y confesó que “la situación es muy dolorosa, no quisiera recordar nada más”.
Si bien afirmó que “vivimos atemorizados hasta no hace mucho tiempo”, destacó haber encontrado en 2007, gracias a la secretaría de Derechos Humanos, el cuerpo de su padre que estaba enterrado como NN en el cementerio de Mar del Plata junto con otros dos compañeros: Changazo y Caballero. Los tres figuraban en los diarios de la época como “fallecidos en un enfrentamiento con la policía”. “La noticia más triste fue saber que estaba muerto”, concluyó.
Un “Tigre” en la Base
En segunda instancia declaró Héctor Orlando Daquino, secuestrado el 20 de septiembre de 1976 cuando, por la noche, llegaba a su casa acompañado de su amigo Jorge Ordóñez y advirtieron un operativo en la casa de éste que no pudieron eludir. Describió la presencia de cuatro 0 cinco vehículos con hombres armados y encapuchados. “Nos cargan en dos coches diferentes y a los 10 o 15 minutos nos hacen entrar en un lugar”.
Daquino aseguró que no dudó que lo habían trasladado a la Base Naval debido al recorrido y porque conocía el lugar ya que había trabajado en una obra en construcción dentro de esa dependencia de la Marina hasta el 24 de marzo de ese año. “Creo haber estado en la escuela de buceo por el ruido del mar”, describió.
Durante los 50 días de cautiverio dentro de este centro clandestino de detención sufrió dos sesiones de torturas con “picana por todo el cuerpo” mientras lo interrogaban sobre su vida y le mostraban una gran cantidad de fotos de otras personas.
Por su trabajo que, para la constructora Güerino, realizó en la Base Naval reconoció a quien comandaba el operativo de su secuestro. “Lo veía a diario de civil. Le decían ‘El Tigre’, tenía ojos claros y a veces usaba bigote”, recordó al tiempo que agregó que luego se enteró que el represor tenía alguna vinculación con el arbitraje futbolístico.
Por último, Daquino narró, quebrándose emocionalmente por primera vez en su relato, que cuando fue liberado lo dejaron encapuchado “en el cementerio de la loma” y de allí “fui a la casa de la madre de Jorge (su amigo) que nunca más apareció”.

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