jueves, 9 de diciembre de 2010

10 de Diciembre: Día de los DDHH - HOMENAJE

Estimad@s compañer@s:
Lamentablemente no nos han transmitido correctamente la consigna para el día de mañana, DÍA INTERNACIONAL DE LOS DDHH, donde la Presidenta desea homenajear a todas las madres que tienen hijos/as detenidos desaparecidos, militen o no, en cualquier organismo u organización.
En vista de este criterio, ahora aclarado, es que rogamos con la mayor premura, se nos haga llegar los nombres y DNI de todas aquellas madres de detenidos desaparecidos que conozcamos, a los fines que se les realice un DIPLOMA DE RECONOCIMIENTO por parte de la Presidencia de la Nación.
Aclaramos, porque también lo consultamos que es únicamente madres.
Agradeciendo la colaboración de tod@s, l@s saludamos con un abrazo militante.

                       
                         Carlos Fernando Díaz                                                  Fernando Cuesta
                                 Presidente                                                              Secretario                                           
                                                   
FAMILIARES DE DETENIDOS DESPARECIDOS Y VÍCITMAS DEL TERRORISMO DE ESTADO 
DEL CENTRO Y SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
                   
PERSONERÍA JURÍDICA N° 36.299
TE: 0223-4936718
CEL: 0223-155031234
http://familiaresmdp.blogspot.com
Skype: carlosfernandodiaz
Diagonal Alberdi 2669 2° 9°
Mar del Plata CP7600

COMUNICADO DE PRENSA

Córdoba 06 de Diciembre de 2010.

Ante las repetidas amenazas y actos intimidatorios contra los militantes de DD.HH. tenemos la necesidad de hacer público nuestro más enérgico repudio. 
Esta vez un testigo del juicio Videla fue amenazado  telefónicamente y le advirtieron que “antes de la sentencia, si bien los testigos habían logrado que los condenen, iban a matar a uno”.
Los juicios que se ventilan en todo el país dejan al descubierto que algunas estructuras montadas y sistematizadas en el marco del Terrorismo de Estado siguen vigentes al día de hoy.
Quienes  actualmente siguen ligados a los aparatos represivos y amparados en la impunidad intentan escapar a la mano de la justicia mediante acciones cobardes.
La lucha de más de treinta años nos permitió llegar a estas instancias con la seguridad de arribar a sentencias ejemplificadoras y ninguna amenaza o intimidación podrá lograr que dejemos de pelear por Memoria, Verdad y Justicia.
Les exigimos a los gobiernos municipal, provincial y nacional garanticen que estos hechos no se repitan.
 
Familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas de Córdoba
H.I.J.O.S.
ABUELAS filial córdoba
Asociación de Ex-presos Políticos
Comisión de homenaje U.P.1.

JUICIO BASE NAVAL I - Vigésima audiencia 01/12/10

Pidieron reclusión perpetua para los tres represores
En el primer alegato a cargo de la querella del doctor César Sivo se solicitó la pena de reclusión perpetua y en cárcel común para Alfredo Manuel Arrillaga, Justo Alberto Ignacio Ortíz y Roberto Luis Pertusio por la comisión de delitos de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura cívico militar en la Base Naval de Mar del Plata.
Haciendo hincapié en el plan sistemático en el que se cometieron estos crímenes desde la órbita del Estado, llevados a cabo por la interrelación de las fuerzas represivas, Sivo comenzó su alegato planteando un dilema ético. Hizo referencia al libro “Los límites del perdón” de Simón Wiesenthal en el que el autor cuenta que durante su cautiverio en un campo de concentración un joven, moribundo, nazi, le pide que lo perdone en nombre de todos los judíos y así expiar sus culpas antes de la muerte. Finalmente Wiesenthal sólo decidió escucharlo. “Estas circunstancias no se ven en estos juicios, ni siquiera nos podemos plantear el hecho del perdón”, reflexionó el abogado querellante ante la ausencia de redención por parte de los represores.
En el contexto de la represión sistemática hizo referencia, durante su exposición, a las vinculaciones con sectores de la iglesia y la justicia en la persecución de personas, razón por la cual se pidió la apertura de una causa contra la doctora Ana María Teodoriz, y la incorporación de las pruebas, que aparecieron durante el debate de este juicio, a los expedientes que tienen como imputado al juez Pedro Federico Hooft.
Además, el doctor César Sivo pidió que la pena se cumpla en una cárcel común que actualmente beneficia a los tres imputados, “si no queda una sensación de impunidad que va a quedar reflejada en la presunción de injusticia”, sentenció el letrado al tiempo que agregó que “el hecho de que tengamos genocidas añosos no quiere decir que pierdan su condición de genocidas”.

Arrillaga
“Vamos a pedir que se condene a Alfredo Manuel Arrillaga a la pena de reclusión perpetua de inhabilitación absoluta y perpetua por ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad, agravada por mediar violencia o amenazas e imposición de tormentos reiterada y agravada por haber sido cometida en perjuicio de perseguidos políticos. Y por ser coautor y partícipe necesario de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas. Hechos de los que resultan víctimas Juan Bourg y Alicia Rodríguez de Bourg.”

Pertusio
“Vamos a pedir que se condene a Roberto Luis Pertusio a la pena de reclusión perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua por ser autor penalmente responsable de los delitos de homicidio calificado por el concurso de dos o más personas, privación ilegítima de la libertad agravada por mediar violencia o amenazas. Imposición de tormentos reiterada agravada por haber sido cometida en perjuicio de perseguidos políticos. Y autor de robo agravado por haberse cometido en poblado y en banda. Hechos que tienen como víctimas a Omar Tristán Roldán y Delia Elena Garaguzo.”

Ortíz
“Vamos a pedir que se condene a Justo Alberto Ignacio Ortíz a reclusión perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua por ser autor penalmente responsable de los delitos de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, privación ilegítima de la libertad agravada por mediar violencia o amenaza, imposición de tormentos reiterada por ser cometida en perjuicio de perseguidos políticos. Hechos de los que resultan víctimas Liliana Iorio, Liliana Retegui, Patricia Lazzeri, Omar Tristán Roldán y Delia Elena Garaguzo. Y que se lo condene por la misma pena como autor de privación ilegal de la libertad agravada por mediar violencia o amenaza, imposición de tormentos reiterada por ser cometida en perjuicio de perseguidos políticos de los que resultan víctimas Nancy Carricavur y Estela Maris Nicuez.”

JUICIO BASE NAVAL I - Decimonovena audiencia 16/11/10

Un testigo relató su infierno en la Base
“Intenté suicidarme con el mimbre de las sillas”, fue la dura confesión de Ernesto Miguel Prandina durante la audiencia que se desarrolló este martes en el marco del juicio en el que se investigan los crímenes cometidos en la Base Naval de Mar del Plata. Allí describió el lugar en el que permaneció secuestrado por 45 días: “estaba en una construcción reciente de dos pisos con un salón grande, calabozos y una escalera a la intemperie”.
“Era notorio que estaba en una dependencia de la armada porque los utensilios tenían el escudo de la Marina, igual que algunos medicamentos que nos daban, y por el ruido de barcos y mar muy próximos”, aseguró el testigo que fue secuestrado el 13 de octubre de 1976 por personal de civil fuertemente armado.
Prandina narró que a los pocos minutos de ingresar al centro clandestino de detención de la Base Naval empezaron las torturas. Lo desnudaban,  le ponían agua sobre la mesa y le aplicaban la picana “hasta desmayar”, y contó que tuvo que sufrir un sin número de tormentos psicológicos y dos simulacros de fusilamiento.
Relató que tiempo después “tuve que cambiar el timbre de mi casa porque cada vez que tocaban volvían los fantasmas”, debido a que durante el cautiverio cada vez que sonaba la “chicharra” significaba que se llevaban a alguno para interrogar y torturar.
”El estado de todos los secuestrados era malo, además de saber que no teníamos futuro estábamos en sus manos”, describió. Y afirmó que su liberación “fue una sorpresa porque la mayor esperanza que teníamos era ser blanqueados”.
Luego consiguió trabajo en el puerto donde un oficial de prefectura le aseguró que estaba siendo controlado y hasta le recomendaron decir que durante sus 45 días de secuestro había estado de vacaciones.
Su madre había presentado un hábeas corpus ante el juzgado de Pedro Federico Hooft y cabe destacar que el caso de Ernesto Miguel Prandina es uno de los tantos por los que se inició el juicio político a dicho magistrado.

También prestó declaración Matilde Chiodini, hija del dueño de la casa de la que secuestraron a Omar Tristán Roldán y Delia Garaguzo. Ella habitaba, junto a sus padres, la vivienda de adelante y pudo escuchar la balacera efectuada por los integrantes de las fuerzas del operativo.
“Los sacaron envueltos en una frazada y heridos”, según le comentó su progenitor y narró que una semana más tarde “rodearon la manzana con camiones y se llevaron todo, hasta cosas de mi padre” que nunca aparecieron. Aseguró que en esta segunda ocasión eran de la Marina.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimooctava audiencia 15/11/10

“La noticia más triste fue saber que estaba muerto”
Este lunes declararon dos nuevos testigos en el juicio en el que se investigan los crímenes cometidos por los represores de la Base Naval de Mar del Plata. Daniel Darío Ianni contó los hechos que tuvieron a su padre como víctima cuando fue secuestrado del campo que arrendaba, propiedad de la familia Bourg. Y Héctor Orlando Daquino narró sus 50 días de cautiverio junto con su amigo que continúa desaparecido.
“Yo ya sabía que no volvía más”, afirmó con tristeza Daniel Darío Ianni, quien tenía sólo ocho años al momento en que secuestraron a su padre Vicente Saturnino en septiembre de 1977.  Relató que era media mañana y estaban esperando a unos amigos de la familia, entre ellos los Bourg, dueños del campo, cuando empezaron a llegar autos y camionetas con una gran cantidad de gente de civil con armas de grueso calibre y chalecos antibalas que se presentaron como Policía Federal.
“Querían los papeles del auto (que en ese momento estaba en el taller) y la casa”, recordó el testigo que, a su vez, aseguró que se llevaron el tractor del campo.  
Ianni  valoró a su padre en el relato: “era una persona muy solidaria, donaba la leche al colegio, fue una excelente persona, lamento no tenerlo, sufro horrores”, y confesó que “la situación es muy dolorosa, no quisiera recordar nada más”.
Si bien afirmó que “vivimos atemorizados hasta no hace mucho tiempo”, destacó haber encontrado en 2007, gracias a la secretaría de Derechos Humanos, el cuerpo de su padre que estaba enterrado como NN en el cementerio de Mar del Plata junto con otros dos compañeros: Changazo y Caballero. Los tres figuraban en los diarios de la época como “fallecidos en un enfrentamiento con la policía”. “La noticia más triste fue saber que estaba muerto”, concluyó.
Un “Tigre” en la Base
En segunda instancia declaró Héctor Orlando Daquino, secuestrado el 20 de septiembre de 1976 cuando, por la noche, llegaba a su casa acompañado de su amigo Jorge Ordóñez y advirtieron un operativo en la casa de éste que no pudieron eludir. Describió la presencia de cuatro 0 cinco vehículos con hombres armados y encapuchados. “Nos cargan en dos coches diferentes y a los 10 o 15 minutos nos hacen entrar en un lugar”.
Daquino aseguró que no dudó que lo habían trasladado a la Base Naval debido al recorrido y porque conocía el lugar ya que había trabajado en una obra en construcción dentro de esa dependencia de la Marina hasta el 24 de marzo de ese año. “Creo haber estado en la escuela de buceo por el ruido del mar”, describió.
Durante los 50 días de cautiverio dentro de este centro clandestino de detención sufrió dos sesiones de torturas con “picana por todo el cuerpo” mientras lo interrogaban sobre su vida y le mostraban una gran cantidad de fotos de otras personas.
Por su trabajo que, para la constructora Güerino, realizó en la Base Naval reconoció a quien comandaba el operativo de su secuestro. “Lo veía a diario de civil. Le decían ‘El Tigre’, tenía ojos claros y a veces usaba bigote”, recordó al tiempo que agregó que luego se enteró que el represor tenía alguna vinculación con el arbitraje futbolístico.
Por último, Daquino narró, quebrándose emocionalmente por primera vez en su relato, que cuando fue liberado lo dejaron encapuchado “en el cementerio de la loma” y de allí “fui a la casa de la madre de Jorge (su amigo) que nunca más apareció”.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimoséptima audiencia 09/11/10

Para Pertusio no pasó nada
 
El imputado contralmirante Roberto Luis Pertusio hizo uso de la palabra en una nueva audiencia del juicio en el que investigan los crímenes cometidos en la Base Naval de Mar del Plata durante la última dictadura cívico militar. En su exposición, en la que sólo contestó preguntas de los magistrados, dijo desconocer la presencia de secuestrados, negó haber  participado de grupos de tareas y aseguró que cumplía directivas de Juan Carlos Malugani aunque sostuvo que su relación con él era infrecuente.
El represor afirmó que Malugani le dio la orden de contestarle la carta al padre de Omar Tristán Roldán en la que, con su firma, reconoce que la Marina se llevó sus pertenencias de la casa luego del secuestro. “Fue dictada y nada de lo escrito sale de mi imaginación”, aclaró desligando responsabilidades, y agregó que “no sabía quiénes eran Roldán y Garaguzo ni conocía los procedimientos”.
En tal sentido esgrimió que él no era jefe de la Base Naval dado que se trata de una “expresión genérica” porque “la fuerza de submarinos (de la que era responsable) no es una jefatura”. Y argumentó que “mi relación con Malugani era infrecuente”.
Negó la presencia de detenidos, encapuchados y ante las preguntas del tribunal sobre las notas periodísticas de la época que hablaban de operativos y secuestros esgrimió que “no era de mi incumbencia, yo estaba muy ocupado en mi tarea”. Y añadió: “no recuerdo haber leído en los diarios que haya habido detenidos en la Base Naval”.
Pertusio finalizó diciendo que “no tuve ninguna vinculación directa ni indirecta con los enfrentamientos entre militares y civiles”, y afirmó que “nunca participé de un operativo ni estaba capacitado”.

Más temprano declararon cinco testigos “conceptuales” presentados por las defensas para aportar datos sobre el costado “humano” de las vidas de Justo Ignacio Ortiz y Roberto Luis Pertusio. Adolfo Koutoudjián, Verónica Litoxoos, Luis José Simionato, Raúl Horacio Viñas y Juan José Silva brindaron su parecer de los perfiles profesionales, familiares, de vecindad y amistad de los represores.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimosexta audiencia 08/11/10

Tras los secuestros, el robo de pertenencias
“Creo que es el día más reparador después de tantos años”, afirmó Mónica Silvia Roldán al concluir su declaración luego de narrar el secuestro en 1976 de su hermano Omar Tristán y su pareja Delia Garaguzo, que se encontraba embarazada en ese momento, en el marco de una nueva audiencia del juicio que se le sigue a los represores de la Base Naval de Mar del Plata.
“A Tali (como le decían a su cuñada Delia, oriunda de Lobería) la sacaron herida envuelta en una manta”, contó la testigo según lo que le había narrado el dueño de la casa donde vivía la joven pareja.  “Fue un operativo muy violento con la participación de 12 o 15 personas a las 3 de la madrugada”, describió Roldán al tiempo que aseguró que un segundo grupo volvió a los dos días con tres camiones para llevarse todas las pertenencias, desde muebles hasta ropa.
Respecto de esto, tras las gestiones realizadas por la familia ante la justicia, el Ministerio del Interior y las distintas dependencias de las Fuerzas Armadas, recibieron tres cartas desde la Base Naval como respuesta a la averiguación del paradero de la pareja. En una de ellas, con la firma del contralmirante Roberto Luis Pertusio, reconocía que los objetos habían sido secuestrados por la Marina que él comandaba.
En primera persona 
En mayo del año siguiente Mónica Roldán fue detenida en su casa por un grupo fuertemente armado y trasladada en un Ford Falcon bordó hasta un sitio en el que la subieron a una camioneta blanca para finalmente alojarla en una celda desde la que “escuchaba el mar con olas muy pequeñas”, en coincidencia con los testimonios de quienes estuvieron secuestrados en la Base Naval.
Durante sus 26 horas de cautiverio la interrogaron acerca de la incipiente militancia de los familiares que buscaban a sus seres queridos, le pedían nombres y recibió algunos golpes hasta ser liberada.
“La vida era la búsqueda, en el camino una iba dejando sus proyectos”, describió Roldán al analizar su vida luego de estos hechos. “Hay cosas que siguen guardadas bajo siete llaves. Es muy fuerte la imagen de mi cuñada embarazada, siempre preferí hablar de mi hermano”, esgrimió la testigo que sobre el final de su relato se esperanzó: “creo que es el día más reparador después de tantos años”. 
             “Por lo menos hubieran tenido la valentía de decir lo que hicieron”

Por otra parte, declaró por primera vez desde el secuestro y desaparición de su hija Liliana en 1976, Ana Menucci de Retegui, quien narró todas las gestiones realizadas ante el Ministerio del Interior, la curia, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Cruz Roja, y los hábeas corpus sin respuesta presentados ante la justicia. “Los abogados no querían saber nada”, aseguró. Además contó que luego del operativo volvieron y “les robaron todas las pertenencia a las chicas” con las que compartía la pensión su hija y que también fueron víctimas de la “patota”.
“Yo quedé tan mal con esto que no sabía dónde quedaba el sur ni el norte”, afirmó y reclamó: “por lo menos hubieran tenido la valentía de decir lo que hicieron”.    

Más tarde declaro Pablo José Arias, que realizó un curso de buceo en el año 1976 dentro de la Base Naval de Mar del Plata como parte de un convenio entre la Universidad y la escuela de buceo de la marina. Relató como en la Base empezó a ver ¨cosas extrañas¨, dijo ¨yo conocía la Base por dentro por que ya había hecho otros cursos en 1972¨, dijo que encontró la Base más militarizada, con mucha seguridad y armamento. Contó como pudo ver que la dependencia de buzos tácticos estaba siendo remodelada y se encontraba en construcción, que tenía una loza como techo y sobre el mismo había bolsas de arena y un militar parapetado con una ametralladora. Dio testimonio de cómo en una ocasión saliendo del curso de buceo pudo ver a un grupo de personas encapuchadas y atadas descendiendo de un camión y fuertemente custodiadas. Recordó que el director de la escuela de buceo, Blanco Azcarate, se enfureció con los uniformados y lo llevó adentro del colegio, cerró las puertas y corrió las cortinas.
En otra ocasión, dijo, pudo ver por una ventana la misma escena, gente encapuchada y atada de manos, formando fila y escoltadas por un efectivo militar. Contó como sus instructores le sugirieron que no ande en cosas raras, relató como un sábado, mientras hacía ejercicio físico, pudo ver cerca de un alambrado a una persona con uniforme militar empujando a una persona encapuchada y maniatada por la espalda, dijo ¨pensé que era un ejercicio militar¨, pero luego observó que era una mujer y dijo ¨por ese entonces casi no había personal femenino en la Base¨.
Relató que sus instructores le cuestionaron el curso, ya que él ya sabía bucear, lo sometieron a una investigación y finalmente  allanaron su casa y le robaron las pertenencias. Dijo que un día pudo observar que en la casilla de la guardia externa de la Base había ropa, muebles, sábanas, cosas de una casa. ¨Como si alguien hubiera amontonado pertenencias de una casa ahí¨. Recordó que durante lo que duró su curso pudo ver ingresar a grupos de civil en autos particulares, que uno de estos autos era un Ford celeste metalizado que luego lo persiguió a él por la ciudad durante unos días. Por último dijo que volvió a vivir con los padres y que ¨no dormía por las noches, vivía con miedo a ser secuestrado¨.
En última instancia declaró Daniel Garaguso, hermano de Delia Garaguso que relato que su hermana militaba en la Juventud Peronista (JP) que su tarea era ayudar a la gente más humilde en barrios periféricos, repartir panfletos. Contó que antes de la desaparición su hermana les había comentado que se sentía vigilada y les pidió que no la fueran a visitar más. Luego dijo que Delia escribió un par de cartas y en la última les contó que estaba embarazada.
Recordó que un mes antes del secuestro de Delia un grupo de hombres allanó la casa de sus abuelos en busca de ella, que luego durante un tiempo no supieron nada de su hermana hasta el día que se enteraron del operativo que la había secuestrado, dijo ¨ahí nos enteramos que la había herido en una pierna¨, luego relató como al otro día del secuestro un camión fue a buscar las cosas que su hermana tenía en la casa, según dijeron para estudiarlas. Jamás recuperaron nada. Por último relató todas las presentaciones de habeas corpus que hizo su padre, las iglesias que visitó en busca de ayuda, comisarías, hospitales. Finalmente un amigo del padre que trabajaba en el GADA 601 (Grupo de Artillería de Defensa Aérea) le dijo ¨No busques más a tu hija por que no la vas a encontrar¨.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimoquinta audiencia 02/11/10

“A Liliana la tiraron al mar”
En una nueva audiencia del juicio que se le sigue a los represores de la Base Naval de Mar del Plata prestó declaración María Inés Iorio, cuya hermana Liliana fue secuestrada en septiembre del ’76 en ese centro clandestino de detención y posteriormente desaparecida. Por esos días ella realizaba un curso de buceo a partir de un convenio que la Universidad Nacional de la ciudad tenía con la Marina.
En ese contexto fue interrogada en tres oportunidades por personal de la Base sobre la actividad de su hermana mayor que ya había sido detenida, razón por la cual dijo sentir temor, sumado a que en el último día del curso recibió un llamado telefónico adjudicado por la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU)  amenazando que “sabemos en lo que estás, te vamos a matar”.
María Inés Iorio contó que en una oportunidad, su amigo y compañero de cursada Pablo Arias “vio (en la Base Naval) un camión del que bajaban gente atada y encapuchada, apuntándolos con armas”.
La peor noticia
También prestó declaración su madre María Magdalena Eliceche de Iorio que narró como el cura José Luis Murueta de la iglesia Pompeya, con quien tenía muy buena relación familiar, le dijo que “a Liliana la tiraron al mar”. El clérigo había averiguado ante el vicealmirante Luis Mendía, de Bahía Blanca, sobre el paradero de la joven y obtuvo esa respuesta, según contó la testigo ante el tribunal.
Junto con su esposo realizó un hábeas corpus y varias gestiones ante el Ministerio del Interior en Capital Federal para conocer el paradero de su hija desaparecida pero no obtuvo respuesta alguna.
Además declaró un ex odontólogo de enfermería de la Base Naval, Gustavo Adolfo Hoffman, que confirmó la existencia de personas detenidas. “Vi a 10 o 12 personas en un semicírculo, sentadas en sillas, con capuchas que cada una tenía un número”, contó que así descubrió, durante un noche en la que le tocó realizar una guardia, que había secuestrados.
A esto agregó que cuando se lo contó a su superior, el imputado, segundo jefe de la Base Naval, Justo Ignacio Ortiz, éste le informó que su función “era cuidar la salud de esos detenidos”. A partir de ese momento el testigo volvió a ver el mismo escenario en reiteradas oportunidades.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimocuarta audiencia 01/11/10

“De acá pocos van a salir vivos”
Nancy Ethel Carricabur y Stella Maris Nicuez declararon en el juicio en que se investiga a tres represores por los crímenes cometidos en la Base Naval de Mar del Plata. Ambas narraron su secuestro, el  traslado al ex centro clandestino de detención y su vivencia durante diez días en el mismo. Además dio testimonio un médico que incurrió en contradicciones y deberá concluir su relato el martes.
El 19 de septiembre de 1976 un grupo de tareas ingresó a la vivienda que compartían las estudiantes universitarias Nancy Carricabur, Stella Maris Nicuez, Liliana Iorio, Patricia Lazzeri,  Liliana Retegui y Gloria León. Todas fueron secuestradas salvo esta última que no se encontraba en la ciudad, según contaron las testigos.
“Tuviste suerte porque de acá pocos van a salir vivos”, recordó Carricabur que le dijeron en la Base Naval al momento de liberarla, en tanto que Nicuez aseguró que “nos decían que éramos las primeras personas que salíamos vivas de ahí”.
Narraron que los secuestradores estaban armados y vestidos de civil como quienes las interrogaban. Y diferenciaron a los guardias que utilizaban uniforme y borceguíes. Les mostraban, según sus testimonios, fotos y documentos de identidad para que señalaran a quién conocían.


“Me pegaban y me ponían un arma en el pecho y amenazaban con matarme”, recordó Carricabur y sentenció: “espero que ustedes nunca tengan la suerte de escuchar los gritos que yo escuché”, en referencia a las sesiones de tortura y la utilización de la picana.
Nicuez dijo que en ese momento “suponía que estaba en la Base Naval por el ruido de las olitas pequeñas”  y  por “una servilleta que tenía un ancla dibujada como es el logo de la marina”.
Contradicciones

Por otra parte declaró Carlos Suárez, un médico que realizaba tareas en la escuela de buceo de la Base desde 1970 hasta abril del ’76.  Al incurrir en varias contradicciones respecto de sus horarios de trabajo en ese lugar, el fiscal federal Daniel Adler pidió que el testigo quede a disposición del Tribunal para ser examinado este martes cuando deberá presentarse nuevamente para concluir su declaración y, de ser necesario, someterlo a un careo con otros testigos.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimotercera audiencia 19/10/10

 “Yo en ese momento quería la muerte”
Tres testimonios de víctimas que estuvieron secuestradas en la Base Naval, trasladados al Faro, y vueltos al primer lugar para ser finalmente liberados. Sufrieron los mismos tratos, con torturas, golpes, picana y demás vejaciones. Enrique René Sánchez, Osvaldo Durán y Carlos Mujica fueron compañeros de cautiverio en el 76 junto a personas que, hasta hoy, siguen desaparecidas.
“Yo en ese momento quería la muerte”, confesó Enrique René Sánchez que no aguantaba más la tortura con picana “desde el talón hasta la oreja”, y recordó que le decían “que no iba a poder tener más relaciones mientras me pasaban la picana por los genitales”. A causa de los golpes que recibió en la cabeza perdió la audición de uno de sus oídos.
Cuando fue trasladado al centro clandestino de detención del Faro pudo comunicarse con otros secuestrados a los que identificó como Alejandro Sánchez, Carlos Mujica (también testigo), Julia García y Alberto Cortéz. Al volver a la Base Naval contó escuchar la voz de una “chica” que dijo llamarse Liliana Iorio, quien continúa desaparecida.
                           “Si está en la joda no lo busques más”


También brindó testimonio Osvaldo Durán que reconoció a las mismas personas secuestradas y contó el mismo procedimiento de tortura: “me picanearon en los genitales, las tetillas y las encías”, al tiempo que aseguró tener quemaduras de cigarrillos en su cuerpo.
Como su padre era militar retirado, tuvo acceso a una reunión con el contralmirante Juan Carlos Malugani, jefe de la Base Naval, para averiguar sobre el paradero de su hijo. El represor reconoció que sabía dónde se encontraba Osvaldo, sin embargo le aseguró que “si está en la joda no lo busques más, si no está en nada yo te juro que va a aparecer”.
El testigo contó que durante sus días de cautiverio “me resultó muy perturbadora mentalmente la situación de privación”, y que por eso decidió fingir desmayos que le permitieron tener atención médica y ser liberado en la última oportunidad.
El secreto de sus ojos
En última instancia declaró Carlos Mujica, un testimonio en consonancia con los anteriores en cuanto a las torturas y el traslado de la Base Naval al Faro pero con más detalles sobre otros secuestrados. Como el caso de Ana Rosa Frigerio, a quien conocía como compañera de la facultad de agronomía y con quien tuvo contacto en los últimos días de detención.
“En un momento la identifiqué a Liliana Retegui- contó Mujica- Me sientan en la camilla,  me sacan la capucha y ahí veo, en un agujero de una cortina pesada que iba del techo al piso, un ojo que no tuve dudas que era de ella”, afirmó.

JUICIO BASE NAVAL I - Decimosegunda audiencia 18/10/10

Una carta que reconoció el robo de objetos a secuestrados
En una nueva audiencia testimonial del juicio que se le sigue a los represores de la Base Naval de Mar del Plata prestó una extensa y detallada declaración Américo Omar Marcochi. Narró el secuestro y desaparición de su hijo de 19 años, Omar Alejandro, el 18 de septiembre del ’76. El contralmirante Malugani reconoció por carta que uno de los operativos dependió de la marina.
Contó que el 21 de septiembre llegó a la ciudad balnearia, junto a su esposa dese Tandil, para visitar a su hijo que vivía con su pareja, Susana Valor, y los vecinos les dijeron que los militares se habían llevado a los dos “por subversivos”. Y que al día siguiente de enterarse lo sucedido, los mismos efectivos “se llevaron las cosas como buitres”.
Entre los hábeas corpus presentados y todas las gestiones que realizaron ante distintos organismos de Derechos Humanos, embajadas, la Cruz Roja y el Episcopado, Marochi y su mujer le escribieron una carta al jefe de la Base Naval, el contralmirante Juan Carlos Malugani, quien por el mismo medio negó que su fuerza haya participado del secuestro pero reconoció que ellos hicieron el segundo procedimiento “para que los objetos no fueran utilizados por otros subversivos”.
El testigo narró también que mantuvo reuniones en reiteradas oportunidades con el coronel Pedro Barda, el teniente Falke, el primer teniente Cerruti, y el comodoro Agustoni, quienes le admitían el secuestro de Alejandro y Susana pero le negaban información sobre su paradero.

JUICIO BASE NAVAL I - Décimoprimera audiencia 12/10/10

Secuestro y picana: una constante de la represión
En una nueva audiencia del juicio en el que se juzgan los crímenes cometidos en la Base Naval de Mar del Plata, declaró Pablo Lerner quien estuvo secuestrado en este centro clandestino de detención en 1976 donde fue golpeado y torturado.
“En un interrogatorio me sometieron a una sesión de picana eléctrica”, contó el testigo que permaneció detenido durante 15 días en el polígono de tiro, de donde lo sacaban para la tortura.
Luego lo trasladaron a un calabozo dentro de la Base Naval, en el que el mismo Lerner reconoció que tenían un tratamiento privilegiado respecto del resto de los secuestrados. “El Teniente Hoffman me dijo que había gente detenida en una situación peor a la nuestra”, recordó, al tiempo que aclaró que en ese sitio no les ponían capuchas.
Finalmente fue trasladado a la Base Aérea, luego de un paso por el GADA 601, en un colectivo militar que recordó haber compartido con sindicalistas como Amílcar González y Abdul Sarabia. Allí fue llevado en avión a La Plata donde fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y posteriormente liberado.
También declaró Emilio Ramón Tercias, vecino de Bernardina Baccidú, dueña de la casa en la que vivían las estudiantes que fueron secuestradas el 19 de septiembre de 1976.
Contó, sin precisar fecha, que cerca del mediodía volvía a su casa con sus dos hijos, que recién salían de la escuela,  y se encontró con camiones y camionetas que le impidieron el paso. Razón por la que dejó el auto a unas cuadras y la acompañaron hasta el domicilio, “vestían ropa de fajina medio verdosa”, recordó.
“Estaban en la casa de Bernardina, pero a los pocos minutos no había más nadie”, aseguró Tercias, quien en su breve testimonio dijo enterarse tiempo después “por comentarios del barrio, que había unas chicas (en la casa), pero no me consta”.

Por la tarde declaró Miguel Ángel Mittidieri, que realizó su servicio militar en la Base Navla de Mar del Plata entre los años 1975 y 1976. Recordó que en dos oportunidades tuvo trato con el ex Capitán de Navío Ortiz y que la segunda vez fue el mismo 24 de marzo, cuando lo enviaron de civil a comprar pilas a ¨Casa Blanco¨, un conocido comercio de electricidad de la ciudad.
Dijo, que cuando volvió el panorama había cambiado en la Base, había, según relató, personal nuevo de infantería, proveniente de Puerto Belgrano. Comento que según recuerda se había declarado el estado de acuartelamiento, que duró una semana.
La noche del 24 de marzo, expreso haber escuchado disparos provenientes de la zona del puerto y al día siguiente observó unas 100 personas maniatadas y a medio vestir sentadas debajo de un pino que estaba dentro de la Base Naval. Según comentarios los disparos escuchados la noche anterior habían sido entre fuerzas de la Armada y miembros de un sindicato del puerto.
Recordó que un superior le pidió que paseara a una de estos detenidos por el patio ya que tenía un calambre. Que esta persona estaba ¨encapuchada¨ con un bolso naval azul. Que esta persona no sabía donde se encontraba y que le preguntó ¨por favor, dígame donde estoy¨. También dijo que durante los días subsiguientes siguió viendo detenidos en esa zona, pero cada vez menos.
Luego relató como en la primera semana pudo observar que durante la noche se llevaban a los detenidos en colectivos de la Base, dijo que era vox populi que a esa gente se la llevaban a la Base Aérea de Mar del Plata.
Por último recordó la presencia de sujetos de civil en la Base Aérea después del 24 de Marzo, que no pertenecían al personal pero que se movían ampliamente y con mucho poder. También confirmó la existencia de calabozos.

JUICIO BASE NAVAL I - Décima audiencia 06/10/10

“El destino era la eliminación física”
En la décima audiencia por el juicio que se le lleva adelante a tres represores de la Base Naval de Mar del Plata declaró quien era responsable de sanidad de esa dependencia durante el año ’76, y una sobreviviente que estuvo detenida durante 33 días y que fue sometida a manoseos, golpes y simulacros de fusilamiento.
“Era vox pópuli que los tenían encapuchados pero no creo que ahí se los sometiera a vejámenes”, esgrimió. No obstante reconoció que “los rumores decían que el destino (de los secuestrados) era la eliminación física y no el traslado a la justicia federal”, como contó que le decían oficialmente Roberto Guillermo Sosa Amaya.
El testigo de 75 años desempeñó tareas como responsable del área de enfermería de la Base Naval desde 1974 hasta finales de 1976 cuando pidió su traslado porque pensó que “las circunstancias para mí y mi familia eran traumáticas”.
Supo que había detenidos en “una obra en construcción fuera de sanidad” y afirmó que esta situación creaba descontento en el personal “porque generaba servidumbre”. También habló de los operativos que “como había un enemigo en común supongo que actuaban en fuerzas conjuntas”.
En ese sentido, Sosa Amaya contó que en una oportunidad en que mantuvieron una reunión en Puerto Belgrano,  Bahía Blanca, les proyectaron la película “La batalla de Argelia” en la que destacaban el procedimiento del ejército francés con los secuestros.  Y por otra parte narró sobre las charlas en las que se explicaban “los organigramas de los grupos subversivos”.
“Sentí vergüenza de haber quedado viva”
El testimonio de Gladis Virginia Garmendia abrió la audiencia en la que relató los hechos sufridos en sus 33 días de secuestro en la Base Naval durante la primavera del ’76 cuando tenía sólo 18 años.
“Me manosearon en varias oportunidades, en una de las cuales una de las personas decía ser un capellán”, contó quien al momento de ser secuestrada ya había dejado de militar en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
Aseguró que borró de su mente el simulacro de fusilamiento del que solamente recordó el momento en que la fueron a buscar dos personas que le hacían chistes relacionados con que era 2 de noviembre, “día de los muertos”. “En mi casa de estas cosas no se hablaban,- confesó- durante todo el tiempo en que estuve casada no hablé con mi marido de este tema”.
Durante sus días de cautiverio aseguró escuchar e identificar el grito de algunos de sus compañeros de militancia e incluso la obligaron a ir a un operativo en el que secuestraron a tres militantes del PST que actualmente se encuentran desaparecidos. “Sentí mucha vergüenza por haber quedado viva”, y agregó que “les tenía mucho aprecio”.

JUICIO BASE NAVAL I - Novena audiencia 05/10/10

“No son abuelitos buenos, son genocidas”
 Edgardo Rubén Gabbin declaró como testigo en la novena audiencia por el juicio que se le sigue a los represores de la Base Naval de Mar del Plata. Fue secuestrado en enero de 1977, cuando tenía 23 años, y trasladado a ese centro clandestino de detención donde recibió todo tipo de vejaciones y torturas.
“Me pegaron hasta debajo de las muelas y me decían ‘zurdo, comunista de mierda, los vamos a matar a todos’”, contó Gabbin al tiempo que recordó que en otra oportunidad le hicieron el submarino y hasta le rompieron la ceja.
También narró que le sacaron la ropa y lo dejaron desnudo unos 7 u 8 días con “con un colchón y una manta marrón”. En ese momento sintió que le “quitaron la dignidad”. Confesó que “lo que más extrañaba eran mis zapatillas, cuando me las puse de nuevo es como si me devolvieran la vida”.
Finalmente el 17 de febrero del ’78 fue liberado desde Bahía Blanca, el último lugar en el que estuvo secuestrado luego de haber pasado por centros clandestinos de detención en Buenos Aires, volver a Mar del Plata y ser nuevamente detenido, recibiendo distintos tipos de vejaciones en cada uno de estos lugares.
En su testimonio, Gabbin dio cuenta de la presencia de otros secuestrados en la Base Naval, algunos que hasta hoy siguen desaparecidos, y contó sobre su militancia junto al abogado laboralista Jorge Candeloro quien fuera asesinado en la denominada “Noche de las Corbatas”.
Por último pidió: “quiero que la justicia condene a esta gente”, y sentenció: “no son abuelitos buenos, son genocidas que mataron, que robaron bebés”.

JUICIO BASE NAVAL I - Octava audiencia 28/09/10

Con ortodoxia y sin creatividad
El fiscal general Daniel Adler interpuso un recurso de revocatoria in extremis ante la disposición del Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, que juzga a los represores de la Base Naval, de rechazar la unificación de las causas. “Les pedimos creatividad y nos contestaron con ortodoxia”, sentenció el representante del Ministerio Público.
Además anunció su reserva de recurrir a  casación, postura que fue respaldada por todas las querellas e incluso la defensa del represor Alfredo Manuel Arrillaga a cargo del doctor Carlos Meira. En tanto que el abogado representante del ex contralmirante Roberto Luis Pertusio, Daniel Vázquez, apoyó la decisión del tribunal.
El recurso de revocación in extremis presentado por el doctor Adler considera que el Cuerpo emitió un pronunciamiento contrario a derecho. Por su parte el abogado querellante César Sivo entendió que “nos quieren responsabilizar a las partes- y aclaró- Se les pidió a los tribunales que juzguen de una vez por todas, lo importante es que se llegue a juicio”.
En tal sentido la doctora Gloria León agregó: “responder con creatividad no significa salirse del Código Procesal Penal”.
“Que ojitos celestes no te meta preso”

En la octava audiencia del juicio a los represores de la Base Naval de Mar del Plata también declaró Juan José Zaniboni, un enfermero que trabajó en el departamento de sanidad de esta dependencia militar desde 1970 a 1993. Aseguró que el represor Roberto Luis Pertusio “era una persona jodida, nada le venía bien”.
Contó que el comentario entre el personal de la Base era: “tené cuidado que no te agarre ojitos celestes- como confesó que le decían- y te meta preso”.
Zaniboni concluyó su testimonio con una contundente frase: “con todo lo que escucho que pasó me avergüenzo de ser militar”.

JUICIO BASE NAVAL I - Séptima audiencia 20/09/10

Testimonios de una represión sistemática

Un ex conscripto confirmó que a los detenidos de la Base Naval se le vendaban los ojos y les ataban las manos, en su declaración durante la séptima audiencia del juicio que se le sigue a los represores de este ex centro clandestino de detención de Mar del Plata. Además dijo conocer al ex capitán de navío Justo Ignacio Ortíz y  al ex contralmirante Roberto Luis Pertusio por sus altos rangos durante la dictadura cívico militar.
Juan José María Parietti comenzó el servicio militar el 21 de febrero del ’75 y debía concluir el mismo día pero del ’76, sin embargo se extendió hasta el 21 de mayo con la llegada del golpe.  El 23 de marzo les avisaron que iban a quedar acuartelados. “Esa noche me dieron un permiso especial para salir a buscar ropa”, contó.
La noche del 24 viajaron a Miramar y tomaron el mando de la comisaría de esa ciudad los oficiales de marina que participaron del operativo. Allí llevaban gente detenida, según contó Parietti quien describió que “se le vendaban los ojos y se les ataban las manos”.
En cuanto a la Base Naval el ex conscripto recordó que una vez fue a llevarle algo a un compañero que estaba en el calabozo y que vio a una mujer de entre 25 y 30 años que tenía los ojos vendados. “La identificaban como ‘La India’”, narró.
Aseguró conocer a los represores Ortíz y Pertusio, e incluso contó que una vez “le tuvimos que hacer una custodia a Ortíz en un asado que tuvieron cerca de Miramar”.


Además brindó un amplio y completo testimonio Estela de Lacuadra, cuñada de un hermano de Raúl Bourg, quien contó detalladamente los secuestros de éste y su esposa Alicia Rodríguez en septiembre del ’77. Narró también una serie de secuestros que se relacionan entre sí y dan cuenta de la persecución a militantes políticos. Todos, según su testimonio, tenían afiliación al Movimiento Sindical de Base y al Partido Comunista Marxista Leninista (PCML).  
Aunque aclaró que ella desconocía que los Bourg tuvieran alguna militancia, relacionó el secuestro de la pareja con un allanamiento en simultáneo que se dio en un campo de Corrientes donde un año antes habían estado Raúl y Alicia.
La amplia narración de Lacuadra provocó el enojo de Carlo Meira, abogado defensor de Alfredo Manuel Arrillaga, quien interpretó que la testigo se estaba desviando hacia otras causas.

JUICIO BASE NAVAL I - Sexta audiencia 07/09/10

“No iba a pensar que matarían a una madre de cinco hijos”


 

En la sexta audiencia del juicio que se le lleva a los represores de la Base Naval de Mar del Plata declararon la madre y el hermano de Alicia Rodríguez, secuestrada y desaparecida en septiembre del 77, dos días después que su esposo Raúl Bourg.
Isabel Saenz de Rodríguez contó que en una oportunidad en que se dirigió al juzgado para averiguar sobre su hija y su yerno “un señor me mostró un libro grande que decía que mi hija había muerto en un enfrentamiento en las playas de sur”, al tiempo que describió: “me temblaban las piernas”.
Sin embargo dijo sentir mucho optimismo porque “sabía que eran inocentes” y “no iba a pensar que matarían a una madre de cinco hijos”.
También recordó el momento en que recibió una carta anónima que afirmaba que Manuel Alfredo Arrillaga era el responsable de la desaparición de su hija. “Mi nieta de 15 años lo fue a ver y volvió llorando. ¡Pobrecita! Le dicen que le tiraron a los padres al mar, como no se iba a volver llorando”,  reflexionó la testigo.


Tanto Isabel Saenz como su hijo Enríque Rodríguez coincidieron en relatar que Alejandro Saenz creía haber estado secuestrado, junto con Raúl Bourg, en la Base Naval por “el olor y el ruido a mar”.

JUICIO BASE NAVAL I Quinta audiencia 06/09/10

“Nada va a pagar lo que esta gente hizo”



Tres integrantes de la familia Bourg dieron testimonio sobre el secuestro y posterior desaparición  de Raúl y Alicia en septiembre del 77. Los habeas corpus cajoneados, las reuniones con el coronel Barda, las consecuencias emocionales y cómo es vivir en el mismo edificio del “verdugo”.
En el marco del juicio que se le sigue a los represores de la Base Naval de Mar del Plata declararon los hijos de la pareja desaparecida. “Papá y mamá son palabras que dejé de usar hasta mucho tiempo después”, confesó Juan de la Cruz Bourg. En tanto que su hermana Verónica Bourg sentenció que “nada de lo que puedan hacer va a pagar lo que esta gente hizo”.  


El 5 de septiembre de 1977 un grupo de personas que se identificó como federales irrumpió en la quinta que los Bourg tenían en el km 5 del camino viejo a Miramar. Esa noche, cerca de las 9 y media, secuestraron a Raúl y a su primo Alejandro Saenz que en ese momento estaba haciendo la colimba y que fue liberado esa misma madrugada. Allí contó que sentía olor y ruido a mar en coincidencia con otros testimonios de este juicio. Además describió una escalera metálica.
Dos días más tarde en un operativo similar se llevaron a Alicia que, como su esposo Raúl, nunca más apareció.
La familia Bourg tenía un campo en Pirán arrendado a Ernesto Aguinaga, quien luego de enterarse del secuestro recurrió asustado al coronel Pedro Barda. El jefe militar le otorgó la autorización para seguir explotando el terreno mediante una nota en la que aclaraba que sus dueños eran “delincuentes subversivos”.
 
María Emilia Bourg, hermana de Raúl, contó que cuando su madre lo fue a ver a Barda le imputó que “usted los tiene si no, no hubiera firmado ese papel”, y reflexionó: “la mirada de una madre luchando por su hijo es muy fuerte”.
En ese mismo sentido Juan de la Cruz Bourg dijo que “tuvo que saber lo que estaba pasando con los dueños de ese campo si no, no se entiende”. Finalmente recordó que la causa de sus padres “se perdió en el juzgado de (Pedro Federico) Hooft”, el juez que tenía en su poder los habeas corpus que nunca prosperaron.
Narraron también el momento en que con la vuelta de la democracia se mudaron a un departamento en la calle Córdoba de Mar del Plata.  Verónica contó que “era un edificio con muchos militares, incluso tenía vigilancia militar”. Allí vivía el general Alfredo Manuel Arrillaga, imputado en esta causa por la comisión de delitos de lesa humanidad.
Un día les llegó una carta anónima que señalaba a Arrillaga como responsable de la desaparición de Raúl y Alicia. “Le toqué el timbre y le mostré el anónimo. Me lo devolvió y me dijo que no sabía nada, haciéndose el desentendido”, aseguró la testigo que en ese momento tenía sólo 15 años.